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sábado, 22 de agosto de 2009

Cuento: EL TORITO DE LA PIEL BRILLANTE

EL TORITO DE LA PIEL BRILLANTE
José Maria Arguedas Altamirano


Este era un matrimonio joven. Vivía en una comunidad. El hombre tenía una vaquita, una sola vaquita, Ambos le alimentaban dándole toda clase de comidas. La criaban en la puerta de la cocina. Nunca la llevaron fuera de la casa y no se cruzó con macho alguno. Sin embargo, de repente apareció preñada. Y Parió un becerrito color marfil, de piel brillante. Apenas cayó al suelo mugió enérgicamente.
El becerrito aprendió a seguir a su dueño; como un perro iba tras de él por todas partes. Y ninguno solía caminar solo; ambos estaban juntos siempre. El becerro olvidaba a su madre; sólo iba donde ella para mamar. Apenas el hombre salía de la casa el becerro lo seguía.
Cierto día e! hombre fue a la orilla de un lago a cortar leña. El becerro lo acompañó. El hombre hizo su carga, se la echó al hombro y luego se dirigió a su casa. No se acordó de llamar al torito. Éste se quedo a la orilla del lago comiendo la totora que crecía en la playa.
Cuando estaba arrancando la totora, salió un toro negro, viejo y alto, del fondo del agua. Estaba encantado, era el Demonio que tomaba esa figura. Entre ambos concertaron una pelea. El toro negro dijo al becerro:
___ Ahora mismo tienes que luchar conmigo. Tenemos que saber cuál de los dos tiene mas poder. Si tú me vences, te salvarás; si te venzo yo, te arrastraré hasta el fondo del lago.
___ Hoy mismo no ___ Contestó el torito ___Espera que pida licencia a mi dueño; que me despida de él Mañana lucharemos. Vendré al amanecer
___ Bien - Dijo el toro viejo - Saldré al mediodía. Si no te encuentro a ésta hora, iré a buscarte en una litera de fuego, y te arrastraré a ti y a tu dueño.
___ Está bien. A la salida del sol apareceré de estos montes ___ Contestó el torito.
Así fue como se concertó la apuesta, solemnemente.
Cuando el hombre llegó a su casa, su mujer lo preguntó:
___ ¿Dónde está nuestro becerrito?
Sólo entonces él dueño se dio cuenta de que el torito no había vuelto con él. Y dijo:
___¿Dónde estará?
Salió de la casa a buscarlo por el camino del lago.- Lo encontró en la montaña, venía mugiendo de instante en instante.
___¿Qué fue lo que hiciste?__ ¡Tu dueña me ha reprendido por tu culpa! Debiste regresar inmediatamente__ Le dijo el hombre muy enojado.
El torito contestó:
___¡Ay! ¿Por qué no me llamaste, dueño mío? ¡No sé qué ha de sucederte!
__¿Qué es lo te ha ocurrido? ¿Qué ha de sucederme?_ Preguntó el hombre.
___Hasta hoy nomás hemos caminado juntos, dueño mío. Nuestro camino común se ha de acabar.
___¿Por qué? ¿Por qué causa?__ Volvió a preguntar el hombre.
Me he encontrado con el poderoso, con mi gran señor. Mañana tengo que ir a luchar con él. Mis fuerzas no pueden alcanzar sus fuerzas. Hoy él tiene un gran aliento. ¡Ya no volveré! Me ha de hundir en el lago_ Dijo el torito.
Al oír esto, el hombre lloró. Y cuando (legaron a la casa, lloraron ambos, el hombre y la mujer.
____ ¡Ay mí torito! ¡Ay mi criatura! ¿Con qué vida, con qué alma nos has de dejar?
Y de tanto llorar se quedaron dormidos.
Y así, al amanecer, cuando aún quedaban sombras, muchas sombras cuando aún no había luz, se levantó el torito y se dirigió hacia la puerta de la casa de sus dueños y Jes hablo así:
___ Ya me voy. Quedaos, pues, juntos.
. __No, no! ¡No te vayas!__ Le contestaron llorando__
Aunque venga tu señor, tu encanto, nosotros le destrozaremos los cuernos.
___No podréis - Contestó el torito.
___ Sí; hemos de poder. ¡Espera!
Pero el torito salió hacia la montaña.
___Subirás a la cumbre y muy a ocultas, me verás desde allí___Dijo
El hombre corrió, le dio alcance se colgó de su cuello. Lo abrazó fuertemente.
___No puedo, no puedo quedarme!__ Le decía el torito.
___iremos juntos!.___
___No, mi dueño. Sería peor, ¡Me vencería! Quizá yo solo, de algún modo pueda salvarme___
___¿Y cómo ha de ser mi vida si tú te vas?__ Decía y lloraba el dueño.
En ese instante el sol salía, ascendía en el cielo.
___Juntos viviréis, juntos os ayudaréis, mi dueño. No me
atajes, mira que el sol ya está subiendo. Anda a la cumbre y mírame desde allí__ Rogó el torito.
___Entonces no hay nada que hacer_ Dijo el hombre; y se quedó en el camino. El torito se marchó.
El dueño subió al cerro y llegó a la cumbre. Allí se tendió; oculto en la paja miró al lago. El torito llego a la ribera; empezó a mugir, poderosamente; escarbaba el suelo y echaba el polvo al aire. Así estuvo largo rato, mugiendo y aventando tierra; solo, en la playa.
Y el agua del lago empezó a moverse; se agitaba de un extremo a otro; hasta que salió de su fondo un toro negro, grande y alto como las rocas. Escarbando la tierra, aventando polvo, se acercó el torito blanco. Se encontraron y empezó la lucha.
Era el mediodía y seguían peleando. Ya arriba, ya abajo, ya hacia el cuerpo, ya hacia el agua, el torito luchaba; su cuerpo blanco se agitaba en la playa. Pero el toro negro lo empujaba, poco a poco lo empujaba hacia el agua. Y al fin, le hizo llegar hasta el borde del lago, y de un gran astazo lo arrojó al fondo; entonces el toro negro dio un salto y se hundió tras del torito de la piel brillante. Ambos se perdieron en el agua. El hombre lloró a gritos; bramando como un toro descendió la montaña; entró a su casa y cayó desvanecido. La mujer lloró sin consuelo.
Hombre y mujer criaron a la vaca, a la madre del becerrito blanco, con grandes cuidados, amándola mucho, con la esperanza de que apareciera un torito igual al que perdieron. Pero transcurrieron los años y la vaca permaneció estéril. Y así, los dueños pasaron el resto de su vida en la tristeza y el llanto.
(Cuento quechua recogido en el Cusco por el padre Jorge Lira. Publicado por José María Arguedas)

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